Cuando la fe se convierte en negocio




Hoy, gracias a las plataformas digitales, hay muchos cristianos fieles —hombres y mujeres de Dios— que predican la Palabra con valentía, sin vergüenza y sin miedo a la censura.

Ellos no buscan fama, ni le dan importancia a la monetización, sino obedecer a Cristo y proclamar Su verdad en medio de un mundo hostil.

Dios los está usando poderosamente para que el Evangelio siga siendo anunciado, aun cuando muchos quisieran silenciarlo.

Pero también, en medio de esa multitud, han surgido “pastores” virtuales que abandonaron sus iglesias locales para vivir del internet.

Hablan de persecución, de noticias mundiales… pero detrás de todo, hay un objetivo claro: el dinero.

Han convertido el Evangelio en un negocio, y el dolor de los hermanos perseguidos en contenido para generar vistas y monetización. Hablan de Cristo… pero no predican Su cruz. Usan el nombre de Dios… pero no enseñan Su Palabra.

Si realmente enseñaran la Biblia, entenderían que las persecuciones no son casualidades, sino parte del plan eterno de Dios.

Desde el principio, Israel fue el centro del propósito divino, no por mérito humano, sino por la gracia soberana de Dios.

A través de ese pueblo vino el Mesías, y por medio de Cristo nació la Iglesia —llamada no a prosperar con el mundo, sino a sufrir por la verdad y esperar la gloria venidera.

Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución.” 2 Timoteo 3:12

Pero los falsos maestros no hablan de esto. Porque si enseñaran el verdadero Evangelio —el que llama al arrepentimiento, a la santidad y a la esperanza celestial— su negocio se acabaría.

Ya no tendrían títulos sensacionalistas, ni noticias que explotar, ni audiencias que alimentar con miedo o emoción religiosa.

Jesús los describió con claridad:

No podéis servir a Dios y a las riquezas.” Mateo 6:24

Estos “pastores de internet” se olvidan de que el Evangelio no se mide por likes, sino por fidelidad.

Mientras algunos predican para ganar dinero, otros —en silencio— mueren por causa del nombre de Cristo.

Y aunque el mundo no los vea, el cielo los honra. Dios no ha olvidado a Su pueblo ni a Su Iglesia perseguida.

Dios sigue obrando con el mismo propósito que comenzó con Israel: glorificarse en medio del sufrimiento y preparar un pueblo para Su Reino eterno.

Por eso Jesús dijo:

No hagáis tesoros en la tierra… sino hacéos tesoros en el cielo.” Mateo 6:19–20

La verdadera Iglesia no busca popularidad, busca fidelidad.

No busca seguidores, busca obedecer a su Señor. Porque los que realmente aman a Cristo entienden esto:

El Evangelio no se vende… se proclama.

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